Leonardo Anselmi es vegano desde el 2006. Los veganos no comen pescado ni carne ni derivados de productos animales
(leche, huevos, queso...). Él dice que el cambio de hábitos
alimentarios no le supuso gran esfuerzo, que fue un proceso progresivo.
Recuerda, eso sí, que "lo más duro" fue dejar de comer quesos, porque le
encantan. El sacrificio fue compensado con creces. "La variedad de
productos veganos es enorme", explica señalando las neveras con
productos frescos en el supermercado vegano Ecocentre (Mallorca, 330,
Barcelona), en el que se pueden comprar gambas, jamón o atún, aunque en
realidad son presentados en forma de imitación, pues no hay elementos
cárnicos, sino que están hechos a base de materia vegetal.
Los
productos veganos imitan en su presentación a los alimentos
tradicionales. ¿Por qué? Porque su formato es, en sí mismo, una guía
para cocinarlos. Nadie sabe cocinar tofu -por ejemplo-,
pero eso es más fácil si se presenta como una gamba (silueteada a base a
tofu y saborizada con algas). "¡Y aquí tienes el queso suizo", nos
enseña como quien descubre su secreto mejor guardado. Un queso "con
sabor a parmesano", que no viene de la vaca, ni de oveja, ni de la
cabra. Viene... de las plantas.
El veganismo es un movimiento
político que nace para reivindicar un vegetarianismo ético que busca
alejarse de cualquier explotación de los animales o intentos de
infligirles daño o sufrimiento. "Nos mueve la no violencia, y eso lo
aplicamos a todo, incluido el rechazo a ejercerla contra todos los seres
vivos", dice Núria Almiron, profesora del Comunicación de la
Universidad Pompeu Fabra, vegana desde hace ocho años.
Leonardo
Anselmi explica que se hizo vegano por coherencia con su ideario
pacifista. Él fue el portavoz de la campaña para prohibir de los toros
en Catalunya. "Los animales no pueden ser máquinas de producción
cárnica. Sufren, y eso los iguala al hombre. Sienten miedo, y padecen
frío, hambre y dolor. Incluso, sienten aburrimiento y frustración,
debido a su cautiverio", añade Leonado Alselmi. Ahora, este movimiento
busca prohibir la exhibición de animales en los circos en Catalunya,
algo que creen tener ya muy cerca.
La renuncia a alimentarse con
carne condiciona la vida de estas personas, que ven en el sector
agroganadero el gen de la violencia. Desde su sensibilidad, ir a un
super es asistir a una galería de despropósitos, contemplar una
exposición de sufrimientos, un exhibición de crueldad, el resultado
final de un cautiverio.
Para los veganos, el aumento del consumo
de carne en Europa es fruto del descomunal esfuerzo político para
"aumentar la percepción de bienestar del ciudadano medio europeo". Para
ellos, en la trastienda se esconden las subvenciones agrarias o un
mercado agropecuario que especula con el grano a costa de la pobreza
campesina del tercer mundo o compra cosechas para engordar a animales
que traerán las enfermedades humanas que crecen con la sobreabundancia
en el mundo rico.
"El 70% de los cultivos van a pienso para
animal. La industria alimentaria es la primera causante de la
contaminación global", añade Almiron, quien ha dejado de ir al súper, y
compra en tiendas especializadas, pequeños comercios veganos o acude a
hacer sus compras on line. Admite que tiene disponibles menos
restaurantes que los consumidores en general, "pero el premio es que
puedo hacer una vida más simple", añade.
La industria cárnica es
"insostenible ambientalmente", no sólo por el desorbitado gasto de agua
en el cultivo del grano, sino por las emisiones de gases que contribuyen
al calentamiento en su ciclo productivo. "Se precisan 12 kilos de grano
para obtener uno de carne de vacuno, por eso el veganismo es mucho más
eficiente", abunda Alselmi. Un vegano requiere una hectárea para
alimentarse, mientras que un omnívoro necesita 22 añade el portavoz de
la ONG Libera!
Un criterio de justicia alimentaria también alimenta
su idea: "Si tuvieras una vaca en la nevera, te daría para comer
durante siete meses, pero si te alimentaras directamente con lo que ella
comió antes de ser ejecutada podrías alimentarte ocho años", dice. Su
convicción vegana linda con el ecologismo. "Contamina más una omnívoro
en bici que un vegano en todoterreno, aunque lo ideal es un vegano en
bici", dice este hombre que no viste pieles de animales ni calzado de
cuero. En Ecocentre, Alselmi me enseña más comida vegana. Un amplio
surtido; incluso, manjares veganos ¡para gatos y perros! "Lucharemos
para que desaparezca la exhibición de los animales en circos, y lo
conseguiremos", sentencia señalando el saco de comida animal.
"Quiero
demostrar que la alimentación vegana es saludable, y que es un el mito
la idea de que nos faltan nutrientes", dice Pedro Jesús López-Toribio,
un administrativo del Ayuntamiento de Cartagena que difunde el veganismo
en charlas y conferencias y practicando el deporte. El pasado verano
recorrió un trayecto de 800 km del camino de Santiago casi sin parar. Su
interés por el mundo vegano se inició como simple "amante de perros y
gatos", hasta descubrir que "todos los animales sienten como nosotros".
El punto de inflexión fue "descubrir el horror de la industria cárnica",
para él, sinónimo de sufrimiento y explotación. Fue el punto de partida
de un largo viaje para defender su salud y protegerse frente a las
enfermedades que asocia a la carne.
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