Me levanto de madrugada, el sol aun no
asoma por el horizonte, pero tenues rayos de sol se dejan entrever
tímidamente. Cada día que pasa, me cuesta mas conciliar el sueño y
me despierto mas temprano, y durante el dia parece que las horas no
pasan, todo sucede muy despacio y el hecho de no tener nada a hacer
me va desquiciando poco a poco. Anuk sigue durmiendo, así que no es
una gran compañía, al fin y al cabo no deja de ser un perro, pero
decido despertarlo y enseñarle cuatro nociones básicas para matar
el tiempo. Debo mantenerme distraído si no quiero que se me nuble el
juicio. Antes de despertarlo coloco las cañas de nuevo.
Anuk, se levanta perezosamente, pero le
cuesta varios minutos despertarse del todo. Y decido proceder con el
entrenamiento, para empezar le hago un recordatorio de las nociones
básicas ya aprendidas, cada vez que realiza unas pocas bien, lo
premio con una chuchería. Tras comprobar que recuerda todo lo básico
empezamos con cosas nuevas, así que decido ponerme manos a la obra
con el rastreo. Escondo diferentes golosinas por todo el barco y me
entretengo viendo como olfatea todos los rincones, en menos de 5
minutos ya las ha encontrado todas. Así que proseguimos con la
segunda parte del plan, así que froto las chuches con una de mis
prendas de ropa y la escondo. Cuando la encuentra le doy una chuche,
y prosigo con el mismo juego durante al menos 20 minutos mas, hasta
que veo que ya no está por la labor y lo dejo.
Voy a comprobar las cañas de pescar,
sin demasiadas esperanzas teniendo en cuenta experiencias pasadas,
pero al acercarme veo que una de las cañas se mueve de un lado a
otro describiendo círculos, el pulso se me acelera, tiro fuertemente
de la caña, parece un pez grande, pues me cuesta sacarlo del agua,
cuando empieza a emerger, el pobre pez se zarandea de un lado a otro
tratando de soltarse, el color verde metálico de sus escamas es
precioso, combinado con el azul intenso de sus aletas. Tiene un
tamaño espectacular, mide mas de tres palmos y por lo menos debe de
pesar unos 4 kg. Rápidamente cojo una cubeta y la lleno de agua y
meto dentro al pez, mientras voy a buscar un libro de biología
marina, para tratar de identificarlo y asegurarme que este sea
comestible, se trata de una merluza de cola, que suerte la mía, el
primer pez que pica y es comestible, lo siento amigo, pero no lo hago
por placer, sino porque necesito alimentarme, espero que lo
entiendas. Lo saco de la cubeta y rápidamente separo la cabeza del
cuerpo con un golpe de machete, acabando rápidamente con su
sufrimiento, lo abro y saco todas las vísceras, de las cuales Anuk
hace un banquete, pero antes que se las coma todas guardo unas pocas
para hacer de carnaza. Le saco las espinas y lo fileteo finamente,
guardando los filetes en abundante sal, ya que con un pez de
semejante tamaño tendré comida para dos o tres días.
Excitado y motivado de nuevo, empiezo a
correr, y brincar por toda la cubierta, lleno de alegría y energías
renovadas, Anuk corre tras de mi ladrando, me paro y lo cojo de las
piernas delanteras y saltamos ambos de un lado a otro, se ha
contagiado de mi felicidad. A ojos de una persona ajena a mi
situación, parecerá una estupidez alegrarse tanto por pescar un
triste pez, pero tras 4 días en el barco, un pequeño logro como
este, es una gran victoria y no quepo en mi de la emoción. Cuando en
el horizonte avisto un gran ajetreo en las aguas, cojo mis
prismáticos, para ver de que se trata. Una gran cantidad de delfines
se desplazan saltando por el agua, un deleite para la vista.
Hoy sin lugar a duda estaba siendo el
mejor día desde que partí, saco un par de filetes de merluza de
cola y los preparo en la sarten, uno para mi y otro para mi fiel
amigo y compañero de viaje Anuk. Tiene un sabor delicioso, muy
parecido a la merluza que solía comprarme en la pescaderia.
Tras acabar de comer, me froto los
dientes con un par de hojas de menta, pues soy un gran enamorado de
esta planta, que al ser tan invasora, decidí llevarme un ejemplar a
la isla y plantarla en ella, para condimentar todos mis futuros
platos. Ademas de la menta, me lleve cientos de semillas de muchas
variedades de hortalizas y de arboles frutales, con la esperanza de
poder crearme mi propio huerto.
Salgo de nuevo a cubierta a comprobar
de nuevo las cañas y al ver que no hay nada las retiro y las guardo,
cuando el cielo empieza a oscurecer, parece que amenaza tormenta de
nuevo, así que recojo las velas, lo guardo todo bien guardado a toda
prisa, al mismo tiempo que se me va encogiendo el corazón, al
recordar la ultima tormenta, a los 5 minutos empiezan a caer 4 gotas
acompañadas de un ligero viento de popa, espero un rato y al ver que
la tormenta no va a mas, despliego las velas y el barco empieza a
coger mas y mas velocidad. Cuando vi la tormenta pensaba que se iba a
estropear el dia, pero resulta que este viento solo ha hecho que
mejorarlo, pues nos permitirá llegar a la isla antes de tiempo.
Pasan las horas y el barco no para de
zarandearse por le tragin de las olas, el barco surca el mar a gran
velocidad, cerca de los 8 nudos, pero este ritmo no se puede
soportar, me estoy mareando y mucho así que intento dormir, pues
quiero aprovechar al máximo el viento. Espero que quede poco para
llegar.
2 comentarios:
Hola Sinthay. Me alegra que hayas retomado de nuevo los relatos del libro blog. Enhorabuena amigo y un cariñoso saludo.
mas me alegra a mi saber que tengo seguidores, pues para mi escribir es una manera de evadirme de la realidad y soñar. Un fuerte abrazo para ti también.
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